Esta tarde vi llover, Armando Manzanero

El AUTOR es escritor y comunicador. Reside en Santo Domingo.
De luto están el arte y el amor, pues hoy lunes 28 de diciembre, conmemoración del degüello de los santos inocentes, nos estremece la terrible noticia: Armando Manzanero, gran ícono mundial de la música, ha muerto víctima del maldito Covid-19 que ha cambiado al mundo a nuestras vidas.
“(Esta tarde vi llover / vi gente correr / y no estabas tú. / La otra noche vi brillar / un lucero azul y no estabas. / La tarde vi que un ave / enamorada / daba besos a su amor ilusionada…)”
Cuando se decía que su estado de salud había mejorado despejando así las preocupaciones de quienes nos interesamos especialmente en su vida y en el bolero, habrá fiesta en los cielos en este día especial y para san Valentín y toda la vida habrá mucho Manzanero porque a veces la muerte suele fracasar y la buena poesía es inmortal como los amores perdidos o no correspondidos.
El hecho golpea de múltiples maneras, pues Manzanero es parte esencial de la educación sentimental de quienes crecimos escuchando su música, siempre boleros de amor con versos entrañables dando brillo especial a la cotidianidad.
Creo que nunca cantó al despecho sino celebrando el amor en sus más altas dimensiones. Fue poeta, un gran poeta, un hombre enamorado con una prodigiosa imaginación que le permitió anidarse en millones de corazones.
“(Adoro la calle en que nos vimos / la noche cuando nos conocimos / Adoro las cosas que me dices / Nuestros ratos felices los adoro, vida mía.)”
Su corazón, que tanto amor sintió, dejó de latir en las primeras horas del día de hoy y en su amplio repertorio nunca hubo lamentos y siempre perduró ese fino sentido de la belleza en todas sus manifestaciones. Tenerlo, escucharlo, ser sus contemporáneos y permitirle ser parte de nuestras ilusiones ha sido un lujo y un privilegio de esos que son irrepetibles.
Tan grande como Agustín Lara o José Alfredo Jiménez, hizo de la canción verdadera poesía con imágenes muchas veces sorprendentes como las contenidas en esa canción de antología que es Yo te recuerdo: “Yo te recuerdo / aunque al hacerlo me haga daño cuando han pasado algunos años. / Yo te recuerdo en cada día que me amanece / cuando mi estrella está sonriente o se entristece. / En cada pájaro que vuela / en cada tarde que se aleja / en el rocío que se posa / al borde de una blanca rosa…/ En cada pájaro que vuela / en cada tarde que se aleja / en el rocío que se posa / al borde de una blanca rosa…” También estos versos profundos de Cosas imposibles: “Una lágrima que moja una carta de amor / eso eres para mí…”
Hombres estos que, como diría André Malraux en su clásica Condición humana, más que hombres son épocas. “Esta tarde vi llover / vi gente correr / y no estabas tú…”
(“Todavía, cuando amanece / quiero verte todo el día/ cuando anochece sigues siendo mi alegría. / Todavía quiero ver llegar al fin la primavera / para darte de sus flores la primera / todavía, vida mía, todavía.)”
¿Quién, qué mortal no ha escuchado o cantado algunas de sus canciones? Manzanero es un acontecimiento del corazón y una multitud, un emblema, una marca de fábrica, una excepción, una instancia emocional que corresponde a toda la raza humana y es casi imposible encontrar un cantante que no haya interpretado o grabado alguna de sus magistrales piezas.
“(Somos novios, pues los dos / sentimos mutuo amor profundo / y con eso ya ganamos / lo más grande de este mundo. / Nos amamos / nos besamos / como novios nos deseamos y hasta a veces sin motivos ni razón / nos enojamos.)”
Poesía de pura estirpe. Armando Manzanero cantando al amor con las mismas palabras comunes de todos los días en piezas verdaderamente antológicas como Todavía, Somos novios, No, Esta tarde vi llover y un largo etcétera.
Gracias, Armando Manzanero, gracias por existir y por permitirnos el honor de ser tus contemporáneos. Y recuerdo a otro muerto ilustre, el poeta dominicano Manuel del Cabral: “Hay muertos que van subiendo / cuando más su ataúd baja.”
